Hace unos días tuvimos la oportunidad de hablar con Marius Makon –también conocido como Elton Prince-, al que conocemos de series como El Barco (Antena 3), Familia o Aída (ambas de Telecinco), y a quien recientemente pudimos ver participar en El Ministerio del Tiempo de TVE, protagonizando el sexto episodio de esta última temporada, Tiempo de Esclavos. Amablemente, el actor tuvo a bien compartir con nosotros la experiencia de trabajar en esta serie, así como otros aspectos relacionados con su carrera. Estas son algunas de las ideas más importantes que nos ha dejado nuestra conversación con él:Papel Celuloide: Marius, en primer lugar nos gustaría darte la enhorabuena por el galardón que recibiste recientemente en la gala afrosocialista, correspondiente al Premio de Arte y Cultura 2017.
Marius Makon: Gracias. Es un premio que se otorga de manera anual a los afroespañoles, y que reconoce y premia la visibilidad de esta comunidad en España. Por supuesto, es un orgullo recibirlo y ver este reconocimiento a tu trabajo.
P.C.: En esa misma línea, imagino, estarás muy contento con el papel de Tomasín, a quien interpretaste hace poco en El Ministerio del Tiempo.
M.M.: Sí, resulta muy satisfactorio interpretar a un personaje así. En una serie como esta, con tramas episódicas, encontramos historias muy diversas. Y en Tiempo de esclavos el personaje de Tomasín se convierte en un elemento esencial, al ser realmente el desencadenante de la trama. Es una sorpresa, claro, cuando te cuentan en que va a consistir tu trabajo, y más o menos te dicen con toda naturalidad que vas a matar a Alfonso XII. No es algo que uno haga todos los días (ríe).
P.C.: ¿Y cómo se afronta un personaje así? ¿Tienes que ahondar en la etapa histórica, o te centras más en la construcción del personaje concreto?
M.M.: Por supuesto hay que conocer la historia. Aunque, realmente, estamos hablando de una etapa que ya es muy conocida, y su acercamiento no es tan complicado como ocurre con otros períodos históricos. Por otro lado, el personaje de Tomasín es muy atractivo en el sentido de que resulta ser alguien muy valiente que se rebela contra lo que le viene impuesto en un momento en el que, para alguien como él, eso resultaba poco menos que imposible. Tenemos que pensar que en esa época, por haber nacido siendo de un modo determinado, ni siquiera se podía hablar sin tener que pedir permiso. Mucho menos, claro está, se podía luchar por lo que se consideraba justo.
P.C.: En ese sentido, si hay algo que caracteriza al personaje de Tomasín es su valentía.
M.M.: Sí, sin duda. Tomasín se enfrenta a algo que era injusto, y contra los que pocos se atrevían a luchar. Pero, a la vez, la magia de este personaje radica en que no lo hace como un revolucionario que lucha contra la esclavitud –o no sólo como tal-, sino que parte de un sentimiento universal: el dolor que supone la separación de una madre. Su ansia de venganza parte principalmente del deseo de hacer daño a aquel que, aunque lo crió desde pequeño, también lo separó de su madre. Y ese amor a una madre es algo con lo que todos nos podemos sentir identificados, sin importar la raza, el origen o el contexto. Es sin duda un sentimiento común a todos los seres humanos.
P.C.: Hablemos del trabajo en El Ministerio. ¿Cuesta mucho llegar como un “extraño” para trabajar en un episodio aislado junto a unos actores que trabajan habitualmente juntos?
M.M.: Lo cierto es que resulta más sencillo de lo que parece. Es más, fue muy divertido, pese al fuerte nivel de trabajo que supone una serie así. Pero el hecho de que todo esté tan cuidado facilita mucho las cosas.
Por un lado, ya conocía a algunos actores. Con Nacho Fresneda (que interpreta a Alonso de Entrerríos), por ejemplo, ya había trabajado en Familia, y volver a trabajar con él ha supuesto más bien el reencontrarme con un amigo. Nacho es maravilloso, como actor y como persona.
Por otra parte, como decía, la serie está muy cuidada, y hay mucho cariño en el trabajo por parte de todas las personas que participan en ella, delante y detrás de las cámaras: actores, productores, director, cámaras, cocineros… todos trabajan con cariño y dan lo mejor de sí. Y eso es lo que más tarde trasciende la pantalla y se transmite al espectador.
P.C.: No era tu primer trabajo en televisión…
M.M.: No, no. Trabajé por ejemplo en El Barco, con Mario Casas y Blanca Suárez. O, como te comenté antes, con Nacho en Familia. Al final, en este mundo, todos terminamos conociéndonos, porque al fin y al cabo trabajamos todos en lo mismo y vamos rotando. Siempre nos volvemos a ver. Me ocurrió también en Aída, donde no paras de reír cuando entras en ese barrio imaginario y te encuentras con esos personajes tan divertidos. Se trabaja muy bien porque estás trabajando con amigos.
P.C.: También cuentas con una amplia experiencia en teatro.
M.M.: Sí, mi última obra en el teatro ha sido una adaptación de El Trato de Argel de Cervantes en el Teatro Dramático Nacional. Me refiero a Tratos, a cargo de Ernesto Caballero, que trata sobre una pareja de africanos que vienen a vivir a España y que terminan en un centro de detención para emigrantes por no tener la documentación en regla. Funcionó muy bien en el Teatro Conde Duque.
P.C.: ¿En qué medio te sientes más cómodo, en el teatro o en la televisión?
M.M.: La televisión me encanta, aunque tiene mucho más trabajo de preparación detrás. Por ejemplo, ahora estoy preparando el papel de una película y llevo unas semanas levantándome a las tres de la madrugada para ensayar. Entonces es mucho más trabajo que luego se condensa en unos pocos segundos.
En cambio, en el teatro, cada día es un día completo de preparación, antes y durante las funciones, lo que hace la labor más complicada. Pero tiene la recompensa de poder conectar en vivo con las emociones del público.
Yo creo que al final los actores lo que queremos es poder trabajar, ya sea en teatro, en cine o en televisión. Cuando te llaman para un personaje lo das todo, porque es lo que te gusta y a lo que te dedicas.
P.C.: Y en tu caso concreto, que estás muy concienciado con la visibilidad de los personajes afroespañoles, ¿crees que nos queda mucho trabajo que hacer en España para conseguir mayor inclusión, o aún hay demasiada uniformidad en nuestra ficción?
M.M.: España no es un país tradicionalmente racista, en el sentido de que el racismo no es oficial como sí lo ha sido en los Estados Unidos, donde formaba parte de la política y de la sociedad, o en Sudáfrica con el apartheid. Aunque, por supuesto, eso no significa que no haya personas particulares que tengan actitudes racistas.
Ahora bien, cuando la gente escribe un guion, lo hace en función de sus vivencias. Y está claro que la cosa ha mejorado bastante. Pero, ya no sólo por ser negro… es que los actores que vemos en España son siempre los mismos. Aquí, más que con los negros en particular, lo que hay que hacer es cambiar el chip. Es necesario que haya una clase media en el cine español. Quiero decir, que en televisión en España, siempre encuentras los mismos actores, las mismas caras. Y al final eso cansa. ¿Y qué haces? Pues con las nuevas plataformas, en lugar de ver una serie española en la que sabes que vas a ver –como siempre- a un determinado actor o actriz, te vas por ejemplo a Netflix a ver a nuevos personajes. Porque cuando pones Antena 3, ves al mismo actor al que acabas de ver en Telecinco o a la misma actriz a la que acabas de ver en la Sexta o en Cuatro. ¿Y qué hago? Pues me pongo Movistar+.
“Los actores que vemos en España son siempre los mismos. […] Es necesario que haya una clase media en el cine español.”
Por eso consumimos mucho el producto de fuera de España. Porque el de aquí no cambia. Los productores no han entendido que para llamar la atención hay que dar nuevas oportunidades. Por eso necesitamos esa clase media en el cine español. Cuando ves series inglesas, ves caras nuevas todos los días, y eso te llama la atención.
Imagina que en España sólo trabajara el 8% de los trabajadores. Eso es muy peligroso para la economía y para la cultura. Por eso los productores tienen que cambiar el chip. Cuando quieres producir una película, no tienes que buscar qué nombres suenan, sino que debes buscar actores buenos para determinados papeles. Además, eso va a provocar que haya más gente conocida fuera del país, además de repercutir en que haya más gente que pueda ayudar a sus familias con su trabajo.
Entonces, ya no supone un problema de ser negro o no, sino que es un problema global para todos los actores. Por supuesto, echamos de menos policías o médicos negros, y eso se podría haber hecho con series como El Príncipe. Además, esto vende mucho fuera. Si haces una película con un actor español negro, cuando vas a Francia creas un público que se interesa por ello, al que le llama la atención, sobre todo ahora que tenemos tantos ojos puestos en nosotros con el tema de la independencia.
P.C.: ¿Arriesga poco en general la televisión en España? A veces no sólo tenemos la sensación de ver a los mismos actores, sino también la misma serie una y otra vez, con la misma fórmula.
M.M.: Por supuesto. Y eso se debe a los productores, que son los que ponen el dinero. La mayoría de las veces no se preocupan por la cultura, sino por la inversión que realizan. Porque cuando te gusta la cultura, arriesgas. España es un país bestial desde el punto de vista cultural. Tenemos pintores, escritores… de todo. Y no desde ahora, sino desde siempre. Los Goya, los Lorca… y con la colonización de América Latina, aún más. España no sólo es Madrid y Barcelona. España llega hasta Santo Domingo o Argentina. Los que están ahí son hijos o nietos de españoles.
Tenemos tendencia a pensar en España y pensar en Madrid, Soria o Bilbao, pero no es así. Es mucho más que eso. Para mí, incluye a todos los sitios en los que se habla español. Entonces, al crear, tenemos que pensar en todo este público. Hacer que todas estas personas puedan sentirse parte de ello. Y para eso, tienes que poner a una persona, por ejemplo, con acento dominicano o andaluz, porque todos hablan español. Globalizar, en fin, esta visión de España. Pero claro, siempre estamos en Montepinar con las mismas caras de siempre. Y al final nos venden España como un sitio de incultos y de gracia fácil. El gran reto de la televisión en este país es no caer en lo mismo.
De hecho, España es el país por donde pasa toda la inmigración, tanto de África como de Sudamérica. No podemos envidiar a nadie desde el punto de vista cultural; somos una potencia mundial en ese sentido. Y tiene una sociedad más allá de la tradicional a la que hay que dar visibilidad, para poder hacer un país más fuerte.
“España no sólo es Madrid y Barcelona. […] Para mí, incluye a todos los sitios en los que se habla español. Entonces, al crear, tenemos que pensar en todo este público.”
De hecho, vemos actualmente en las noticias que una parte de nosotros nos quiere abandonar. Y me parece no sólo una aberración sino también una falta de respeto a la cultura española. España no se merece todo eso. Es mucho más grande que eso. Por eso necesitamos series que vayan más allá de la típica gracia que se repite una y otra vez.
Ahora, por ejemplo, estoy inmerso en la producción de una película, y vamos a intentar que se vea en otros países; que se hable de ella, por ejemplo, en Francia. Aceptamos productos que nos vienen de fuera y rara vez hacemos lo propio con los nuestros. Y si nosotros no les damos salida, nadie lo va a hacer por nosotros. Por eso la inmigración para mí es un vehículo impresionante de cultura. Cada vez que un inmigrante se va de aquí a su país, se lleva consigo parte de la cultura española y la vende en su país de origen. Y este puente hay que aprovecharlo.
Yo soy español pero tengo orígenes de Camerún. Y cualquier cosa que hago en España tiene un efecto en Camerún. Porque hay gente que se interesa por ver una serie en la que sale un actor español de origen camerunés. Eso es una puerta directa para que se nos conozca. Y eso es lo que no tienen en cuenta los productores. Cuando la inmigración es positiva –me refiero, claro, a cuando no trae consigo problemas sociales como la delincuencia- hay que aprovecharla. Todo contacto es un enriquecimiento en ambos sentidos. Y eso también nos ayudaría a acabar con muchos prejuicios.
P.C.: Y, para finalizar, ¿podrías hablarnos de qué proyectos tienes en mente ahora?
M.M.: Sí, en realidad estoy trabajando en una película nueva de la que aún no te puedo hablar. Es una comedia muy interesante que dará mucho de qué hablar; sin duda una de las mejores comedias del año que viene. Hablaremos de ella dentro de poco, estoy seguro.
P.C.: Estaremos encantados de hacerlo. Muchísima suerte, y gracias por atendernos con tanta amabilidad.
M.M.: A ti, y enhorabuena por el trabajo que haces en el blog. Ha sido un placer.